CASCARA AMARGA
Arévalo enamorado
La historia de Eduardo González Arévalo es un caso singular en la narrativa de los hechos relevantes. Comandante de batallón y luego ascendido a Teniente Coronel, gobernó -¿Gobernó?- Tabasco 216 días desde su llegada aquel 18 de junio de 1863. Como pasa el tiempo. Dicen los que lo conocieron que no era tan feo. Alto, fuerte, cejijunto, de buen aspecto, como de treinta años. Murió a los 35, joven, como se debe morir. Fue en 1867, en el asalto al edificio del Comisariado en Mérida, donde ya combatía al lado de los Republicanos, de los juaristas. (Quien sabe si de haberle correspondido Fidencia, se hubiera cambiado antes y la historia seria otra). Arévalo se volvió aguerrido después de la paliza que le propino Don Gregorio Méndez en Jahuactal. Y quizá, no sabemos, si fue por el desprecio sufrido a enamorarse de un imposible o por qué insondable razón pero los testigos afirman que en un acto suicida, aquel 4 de mayo de 1867, en el barrio de Santa Ana “…obtenida la fuerza que solicitó, por brechas interiores de las manzanas próximas, salió repentinamente a media cuadra de la fortificación principal, escudado con una hoja de puerta que llevaba en la mano como broquel. Le seguían sus soldados con intención de asaltar la trinchera, pero una granizada horrorosa de balas tendió muerto a Arévalo y a otros compañeros suyos”. Había nacido en Granada, España. Aventurero incansable, muy joven llegó a México “sobre el ágil Pegaso de la fantasía”, como lo expresa el ilustre historiador campechano Joaquín Lanz Trueba. Murió con dignidad y seguramente pensando en su amada Fidencia, a la que solo vio una vez y quedó prendado para siempre de su impactante belleza, mandando a comprar a los Estados Unidos vajillas y licores con las iniciales E.F ¡y todo sin pedirle permiso a la futura prometida!. Y es que, nunca lo olviden, la vida es buena, tranquila, pacífica y placentera (aún con los infortunios y desengaños propios de la existencia). Los pájaros cantan, los niños juegan en el jardín, el viento sopla entre los árboles, pero todo se torna un infierno cuando te enamoras sin ser correspondido. Ahí todo se vuelve caos y sufrimiento. Como no. Así que tengan cuidado no les vaya a pasar como a Arévalo.