CDMX. María de los Ángeles Escobar se autodefine como una profesional técnica en hotelería, ama de casa, esposa y mamá de dos niños.
Es excandidata a presidenta municipal de Aculco, Estado de México. Actualmente es operadora turística de un pueblo mágico y nos comparte su experiencia de casi dos meses de lucha contra el Covid-19.
—¿Cómo te diste cuenta que estabas contagiada?
Pues todo empezó con una infección en la garganta; fui a un consultorio médico particular y me dieron un tratamiento a base de antibiótico y antihistamínico. Esto fue el 10 de marzo.
Seguí con mis actividades normales y trabajando como guía de turistas.
Al pasar de los días no sentí mejoría y regresé al consultorio para otro chequeo, y cambió de tratamiento. Fue el 16 de marzo, ya iba con fiebre y dolor muscular. Me dieron tratamiento inyectado por cinco días.
Ese tratamiento terminó el 20 de ese mes. Seguí trabajando normal ese fin de semana, con debilidad, pero no podía dejar a mis turistas sin atención.
Pasé unos días donde sentí leve mejoría, pero el 26 me sentí muy mal por la tarde, así que al día siguiente fui al consultorio del ISSEMYM para ver qué pasaba conmigo.
De ahí me trataron con mucha precaución y con el protocolo que ameritaba mi padecer.
Entonces entendí que ya me había contagiado de Covid-19.
Mi doctor es mi alergólogo, él sabe que soy asmática y creo que él se asustó más que yo. Desalojó el consultorio por seguridad de las demás personas; a mí me llevaron con triple cubrebocas a chequeo.
En ese momento el doctor hizo varias llamadas para avisar a sus superiores. Ahí también me dieron indicaciones que yo debía seguir en casa. Salí del consultorio con tratamiento para 14 días, antibiótico, expectorante y mucho paracetamol. Me dijeron que la unidad de epidemiología me haría la prueba Covid-19 en mi domicilio; eso nunca pasó.
Cabe resaltar que la asesoría y seguimiento lo lleve vía telefónica de mi doctor familiar y del hospital de donde mandarían la unidad a valorarme.
Creemos mi doctor y yo que al tener bajas las defensas pude contraerlo de algún turista asintomático. Un fin de semana antes de eso traté con al menos 200 turistas precedentes de la Ciudad de México, Toluca, Guanajuato y Querétaro.
—¿Qué fue lo que sentiste?
Del 28 al 30 de marzo sentí morir, la fiebre de más de 38 grados, la dificultad para respirar y los dolores de cabeza y corporales eran constantes.
Después perdí el gusto y el olfato, los cuales recobré a los 15 días. No podía hablar, hilaba una frase y me agotaba. Estar de pie fue un reto.
Poco a poco los síntomas desaparecieron.
—¿Cómo te atendiste?
Seguí el tratamiento médico al pie de la letra pero además busqué tratamientos alternativos.
Comencé con vaporizaciones tres veces al día; hice gárgaras y tome agua caliente con bicarbonato y limón.
Además, no me autocompadecí, y lo importante fue mantenerme positiva. Aunque no tuve el análisis por los síntomas supe que ya estaba enferma de Covid-19 y tuve que entender que era de las primeras enfermas en la entidad y que tal vez no recibiría la atención adecuada.
—Ahora que te recuperaste, ¿qué le dirías a quienes aún piensan que el Covid-19 no existe?
Respeto a quien no lo cree.
Pero les pediría que por sus hijos, por sus abuelos y por los enfermos crónicos se cuiden. Esto es serio, yo lo puedo contar porque tuve la suerte de no estar grave.
Y a los que están enfermos y están desesperados les diría que no se estresen; esto pasará, mantengan el ánimo arriba, sigan su tratamiento al pie de la letra. Esto no es mortal si se cuidan.
En mi caso agradezco a Dios que mi marido y mis niños fueron asintomáticos.
Y agradezco a mis amigos y familia que estuvieron pendientes de mí y nunca me soltaron la mano.
— ¿Qué fue lo que pasó por tu mente cuanto te dieron el diagnóstico?
Al principio me preocupé porque tengo asma.
Saliendo del consultorio me estacioné en una calle aledaña a pensar y a ordenar mis ideas.
También me preocuparon mis hijos y mi esposo.
Pero algo que me dijo mi doctor fue que por favor mantuviera el ánimo arriba y no me dejara vencer.
El virus aproximadamente salió de mi cuerpo en 20 días, como 16 de abril. Me di cuenta porque la mejoría fue tremenda.
Aun así me quedaron secuelas. Sentía problemas al respirar, mis pulmones estaban mal; de ahí tarde otros 25 días aproximadamente para poder caminar sin agitarme.
Hoy ya puedo correr y jugar con mis hijos, ya me puedo ejercitar pero a baja intensidad, esto es un proceso que debo respetar y mi cuerpo me va diciendo hasta donde puedo llegar.