Su nombre es Ángel Albino Corzo, pero así nadie en la planicie tabasqueña abre los ojos y tiembla. Hay que decir «Presa Peñitas» para entender el terror que sienten apenas la nombran.
El 18 de octubre, semanas previas a que el estado sufriera inundaciones como consecuencia de un cálculo fallido de la Comisión Federal de Electricidad, el gobernador Adán Augusto López Hernández reconoció este miedo, durante un recorrido por la citada presa en Ostuacán, Chiapas:
«Desde 1987 que entró en funcionamiento la presa Ángel Albino Corzo «Peñitas», pues los tabasqueños hemos vivido en zozobra, sobre todo en la época de septiembre y octubre que son las lluvias más fuertes que afectan a Chiapas y a Tabasco.»
Ese pavor fue el que se vivió el 29 de octubre de 2007, cuando los tabasqueños fueron informados de que la CFE desfogaría la Presa Peñitas — la más cercana de las cuatro presas al estado— con cerca de 669 metros cúbicos por segundo.
Si ese anuncio causó preocupación, al día siguiente, 30 de octubre, la incertidumbre sofocaría cualquier intento de vida normal con el agua porque el aumento del desfogue sería de 1500 metros cúbicos por segundo. ¡El doble de lo anunciado! La ciudad como un barco con la proa fracturada, se vino abajo.
Algo similar ocurrió esta semana, los tabasqueños oyeron —esta vez con cierta suspicacia— el 3 de noviembre a su gobernador anunciar que la presa Peñitas desfogaría 950 metros cúbicos por segundo, 300 metros cúbicos por segundo correspondientes al caudal ecológico y 650 metros cúbicos de la capacidad total de turbinado.
De nueva cuenta Peñitas se instalaba como la carta funesta en la vida de los tabasqueños. No pasaron mucho tiempo para que la mañana del sábado 7 de noviembre, el presidente López Obrador anunciara una turbinación extraordinaria de agua que alcanzaría los dos mil 500 metros cúbicos por segundo, debido a las intensas lluvias caídas en Guatemala, Chiapas y el territorio tabasqueño.
Peñitas se volvía a convertir en una amenaza intensa, que acabaría inundando los municipios de Teapa, Tacotalpa, Macuspana y Jalapa. Otra vez Peñitas, dicen los paisanos con la cintura hasta el agua.