México
Irma, rebelde y aristócrata: una historia de despojos millonarios y traiciones
Después de la muerte de su esposo y su suegro, la autora del libro Nostro Grupo, reveló los entretejidos de una clase social intolerante, hipócrita y conservadora.
CIUDAD DE MÉXICO.– Para iniciar nuestra historia de por fuerza tenemos que hablar del magnate Bernardo Garza Sada, el influyente empresario del poderoso Grupo Monterrey del que se separó en 1974 para crear Grupo Industrial Alfa, formado por más de ciento cincuenta empresas de diversas actividades de los sectores petroquímico, alimentos, autopartes y (en sus inicios) acerero.
A finales de febrero de 1978, Garza Sada –también accionista del Grupo Televisa liderado por Emilio Azcárraga Milmo– fue recibido por el presidente José López Portillo en Los Pinos. Le agobiaban varios asuntos pendientes, que seguramente le ayudaría a solucionar el mandatario.
Le preocupaba en particular la aparición del libro Nostro Grupo que pretendía publicar Irma Salinas Rocha, la nuera de su hermano Roberto, donde –se había enterado– relataba su versión no sólo del despojo del que se decía víctima por parte del clan Garza Sada tras la muerte de su esposo, sino que desnudaba por completo a las familias del círculo elitista más connotado de la sociedad regiomontana –al que ella misma pertenecía–; retrataba, denunciaba y develaba los secretos de esa cúpula concentrada en la acumulación de más riqueza. Mostraba pues, los entretejidos de una clase social intolerante, hipócrita, conservadora y llena de prejuicios.
En Nostro Grupo, la autora transpira resentimiento al ver que al morir su esposo Roberto Garza Sada Treviño –gerente de Vitro– ella y sus vástagos se ven envueltos en una guerra sin cuartel que se agravaría con la muerte de su suegro Roberto Garza Sada. En un abrir y cerrar de ojos fueron despojados de la herencia que les correspondía. La fortuna pasó a las familias Sada González y González Sada, al quedarse con el control de Vitro y de Cydsa. Los Sada Salinas prácticamente fueron excluidos, todo lo perdieron. Resistieron, se quejaron y demandaron pero no ganaron nada, sólo la exclusión social.
REVELA AL AUTOR DEL ASESINATO
Un año antes, Irma Salinas había publicado el libro Tal Cual y otros escritos en los que difunde una serie de situaciones circunstanciales y algunas pláticas entre familia, en las que da a entender que quien mandó matar a Eugenio Garza Sada fue su suegro, por los intereses económicos surgidos desde la creación del Complejo Siderúrgico Las Truchas, en Michoacán; conflicto de intereses, en los que Roberto, como mayor accionista de HYLSA, era el más afectado.
Hijo de Isaac Garza Garza, fundador de la Cervecería Cuauhtémoc, Eugenio llegó a ser el presidente del holding familiar que manejaba el conglomerado de empresas relacionadas con la cervecería, denominado Valores Industriales, S.A. de C.V. (VISA). Según la versión oficial, el 17 de septiembre de 1973, Eugenio fue asesinado por un comando de la Liga Comunista 23 de Septiembre al intentar secuestrarlo.
Cuando Bernardo Garza Sada abandonó Los Pinos salió con la promesa presidencial de que Nostro Grupo no vería la luz, por algo era el heredero de la enorme influencia política de don Eugenio. Dos días después, elementos de la Policía Judicial estatal allanan violentamente la residencia de Irma Salinas; la intimidan y amenazan. Hurgan aquí y allá, y se llevan todos los escritos que encuentran al paso de su violento proceder, con la intención de anular la posibilidad de que publicara su libro.
CONFISCAN TEXTO
La rebelde aristócrata, sin embargo, no se cruzó de brazos, y poco después salió a la venta la primera edición del texto, pero el gobierno de inmediato lo confisca. Actualmente, Nostro Grupo está disponible en Wikileaks. El texto explica a detalle quién mató a don Eugenio.
Al morir su esposo Roberto (ahogado, en 1972, en uno de sus viajes de placer en Cancún) lideraba 25 compañías del conglomerado empresarial de la familia, por lo que la escritora esperaba que la fortuna del difunto pasara por partes iguales a Mónica, Cristina, Raquel, Roberto, Lorena, Pablo, Irma y Jaime Sada Salinas, sus ocho hijas e hijos. No fue así. Y la historia de la aristocrática familia cambió por completo.
POR EL AMOR DE UNA MUJER
Los pleitos familiares por cuestiones de dinero no son asuntos nuevos en Monterrey, ni en ninguna otra ciudad del país o del mundo. Las crónicas de la época nos dicen que cuando se encontraba de viaje Rodolfo Junco de la Vega Gómez, sus hijos irrumpieron a su domicilio y sustrajeron las acciones que a su nombre poseía de Editora El Sol (hoy El Norte y Reforma). No era la primera vez que el asunto se presentaba en el seno de esa familia. El conflicto databa desde principios de la década de los setenta y don Eugenio Garza Sada, personaje ya conocido por nosotros, algo tuvo que ver.
Editora El Sol nació en 1922, por la visión empresarial de Luis Garza Sada, quien años después, en 1938, funda diario El Norte junto con Rodolfo Junco Voigt. Al morir don Luis, en los años cuarenta, los Garza Sada controlan los medios impresos de Nuevo León y en particular la Editora El Sol, que es dirigida y administrada por personal de su confianza. Don Eugenio reclama su total propiedad. Los Junco, por su parte, quieren comprarle sus acciones. Don Eugenio se niega a vender. Comienza, entonces, un pleito legal y extrajudicial entre ambas partes. Los Garza Sada boicotean sus anuncios, al obligar a los Junco a buscar patrocinadores en Texas, para solventar sus gastos corrientes.
En medio de esos pleitos, en 1963, Voigt designa a su hijo Rodolfo Junco de la Vega Gómez administrador único del diario El Norte. En lo que cabe, las cosas van bien en la empresa hasta que un acontecimiento las cambió abruptamente. En 1971, estando en la feria de Houston, Texas, donde Vega Gómez y su esposa Elba Valeria se divertían, la mujer al parecer por accidente cae del juego mecánico al que el matrimonio había subido unos minutos antes. Muere a consecuencias de la caída.
COBRA SEGURO POR 900 MIL DÓLARES
La trágica muerte de Elba Valeria, los Garza Sada –Grupo Monterrey– la aprovechan para divulgar la versión de que el accidente había sido premeditado por Junco de la Vega Gómez, para deshacerse de su esposa a fin de casarse con otra mujer. El rumor gana peso cuando, poco después, la compañía de seguros le entrega al viudo 900 mil dólares por concepto del seguro que cubría la finada. Pero más cuando Junco de la Vega anuncia que se desposaría de nueva cuenta. Ante esto, sus padres, furiosos, le quitaron como administrador único y lo despidieron del periódico regiomontano.
Caro pagó su amor Rodolfo, al anunciar que se casaría con la mujer con la que mantenía relaciones extramaritales desde antes del accidente en el que perdió la vida su esposa Elba Valeria. La destitución sus padres la ejecutaron en una junta de accionistas en la editora, a la que llegó acompañado de su enamorada. Aquella osadía enojó a los Voigt, quienes lo despidieron en 1972. La nueva pareja se fue a vivir a San Antonio, Texas.
Tras el asesinato de don Eugenio Garza Sada en 1973 –presuntamente ideado por su hermano Roberto, según el libro Nostro Grupo–, Bernardo, su otro hermano, vendió las acciones en poder de Grupo Monterrey del periódico El Norte, a los Junco.
A finales de ese año, Voigt pasa el mando a sus nietos Rodolfo y Alejandro Junco de la Vega. Alejandro queda como presidente y director general de la editora cuando su hermano Rodolfo le vende parte de sus acciones.
Al principio, las relaciones entre el Grupo Monterrey y la editorial de los Junco fueron cordiales. Años más adelante, se declararían la guerra.